Metro Parte I

Andrea es linda.

Aquella tarde va en el metro de Santiago de Chile sentada tranquilamente, disfrutando de la lectura de un cuaderno que entremezcla letras, números y figuras geométricas. Su tranquilidad no se perturba salvo que es importante notar que sus ademanes ahora son fijados por la mirada de un joven de su edad, que se ha sentado recientemente frente a ella. Andrea se percata de esta presencia, aunque no le inquieta, ni menos le menea sus hormonas.

Él la mira fijamente. Andrea se entera, aunque no lo hace notar para que Fabián no crea que entra en el juego. Ni un poco. No le interesa que él sienta ganado un pedazo de terreno, por muy minúsculo que sea, pues ella sabe que para los hombres, el menor indicio de feeling preliminar significa permiso para saludar y engatusar. Lamentablemente desde hace 4 años para Andrea los hombres engatusan. Los hombres engatusan y dejan a las madres solteras -piensa radicalmente y con convicción.

Fabián está loco por ella, aunque no le ha hablado una palabra... está a punto de bajarse, y la desesperación se hace parte en el sudor de sus manos. Nunca ha pololeado y se ha convencido en el recorrido de 5 estaciones, que ella es la mujer con que desea casarse.

Fabián se bajó, y las puertas se han cerrado, mientras del lado exterior se acerca a la ventana de Andrea para observar su reacción. Andrea se ríe y ha cambiado su opinión. Su opinión acerca de Fabián, más no la que tiene acerca de los hombres, pues desde ese momento Fabián es una excepción, y tal vez un hombre por el que vale la pena olvidarse del orgullo y los rencores, sobre todo de los rencores de género.

"Me gustaría invitarte a salir, conversar contigo y conocerte. Me pareces en sumo interesante, encantadora y simpática. Que no importen las locuras. Por una vez a la vida y al mundo le pido que no importen las locuras, y te pido a ti que me concedas este deseo... sin invasiones. Mi mail es fabian@tumail.com Fabián Méndez" Andrea guardó el papel llena de alegría y muy contenta...