Camina rápido en medio del tumulto matutino que transita cerca del metro Tobalaba.
Ella va rápido sin mirar a la gente que a su alrededor pelea un centímetro de calle o un centímetro de respeto. Con su pelo al viento, toda regia ella (porque se sabe regia y estupenda) piensa en los mil y un deberes que tiene para ese día.
Va rápido, como la vida. Tanto así que tropieza inesperadamente. Bruscos movimientos de brazos logran mantenerla en pie y la salvan de un bochorno inolvidable. Ella se ríe, se acomoda sus gafas oscuras y continúa su camino.
Agitada y un poco desarreglada producto de su mini accidente logra entrar en su oficina. En la tranquilidad que habita en cualquier oficina antes de las 8.30 ella sólo piensa en saciar su sed.
Prende su laptop, mientras destapa una exquisita Ginger Ale para comenzar la jornada.
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