"La novela de mi vida" - Leonardo Padura

"Aunque muchos años tardé en descubrirlo, ahora estoy seguro de que la magia de La Habana brota de su olor. Quien conozca la ciudad debe admitir que posee una luz propia, densa y leve al mismo tiempo, y un colorido exultante, que la distinguen entre mil ciudades del mundo. Pero sólo su olor resulta capaz de otorgarle ese espíritu inconfundible que la hace permanecer viva en el recuerdo. Porque el olor de La Habana no es mejor ni peor, no es perfume ni fetidez, y, sobre todo, no es puro: germina de la mezcla febril rezumada por una ciudad caótica y alucinante."
Pág. 19

"La debilidad de la línea de la vida me pareció tan dramática y real como irreales las vanidades y pretensiones materiales de los hombres."
Pág. 66

"- Conclusión: lo mejor es no meterse en esos líos, como decía mi abuelo -propuso Tomás.
- Pero si no nos metemos en líos estamos muy, pero que muy jodidos -saltó Enrique-. La literatura tiene que ver con la realidad, y la realidad no es el paraíso. La literatura es también la memoria de un país y sin memoria..."
Pág. 164

"Aquello fue un sueño de muchachos y esto es la máquina de moler gentes que se llama la vida real."
Pág. 176

"- Estás como Del Monte, preguntándole a uno si entiende lo que no se puede dejar de entender... Pero no quiero involucrarme. La misma historia de este país, ésa de la que tú hablas, me enseña que lo mejor es no mezclarse, vivir al margen, y si uno tiene la fortuna de hacerlo decentemente, defender su decisión. Me importan un bledo los Junco y los Del Monte y lo que haya sido mi abuelo, ¿me oyes?, porque esos papeles de Heredia no tienen que ver con los Junco, los Del Monte o los Cernuda, sino con algo mucho más grande que se llama la verdad, y en este país eso casi nunca ha servido para nada."
Pág. 236

"Yo no sé si en el futuro otros hombres sufrirán igual condena que la mía y vivirán por años como desterrados, siempre añorando la patria, eternamente extranjeros, lejos de la familia y los amigos, con mil historias inconclusas y perdidas a las espaldas, hablando lenguas extrañas y muriendo de deseos de volver: si así fuere, desde mi lecho de muerte los compadezco, pues padecerán el más cruel de los castigos que pueden prodigar quienes, desde el poder, ejercen como dueños de la patria y el destino de sus ciudadanos."
Pág. 270

"La ciudad que tanto y tan bien conocía empezaba a escaparse de mis viejas referencias, a hurtarme las nostalgias y a advertirme de mi condición de forastero, casi extranjero en tierra propia. Pero su olor invencible vino en mi ayuda, para recordarme que hay cosas tan verdaderas que ni el poder de los dictadores logran cambiar."
Pág. 288


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Mirando para retratar by Juan José Lizama Ovalle is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Chile License.