"A principios de año el vecino japonés del señor Clutter, Hideo Ashida, había vendido su equipo agrícola en una subasta y se había mudado a Nebraska. La subasta de los Ashida -considerada un éxito- atrajo a un centenar escaso de licitadores. La de los Clutter, a algo más de cinco mil. La ciudadanía de Holcomb esperaba una afluencia de asistentes fuera de lo normal -el Círculo de Señoras de la Iglesia Comunitaria de Holcomb había convertido en bar restaurante uno de los graneros de River Valley, en el que se sirvieron doscientas tartas caseras, ciento veinte kilos de carne para hamburguesas y treinta kilos de jamón en lonchas-, pero nadie estaba preparado para la mayor concurrencia a una subasta de toda la historia del oeste de Kansas. Confluían en Holcomb coches de la mitad de los condados del estado, y también de los estados de Oklahoma, Colorado, Texas, Nebraska; e iban llegando en caravana cerrada a todo lo largo de la avenida que llevaba a River Valley.
Era la primera vez que se podía visitar a los Clutter desde el descubrimiento del cuádruple asesinato, circunstancia que explicaba la presencia de quizá un tercio de aquella enorme multitud: quienes habían acudido movidos tan sólo por la curiosidad."
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