Los auspicios corren y corren, la publicidad no se queda corta.
No.
No se queda corta, y los auspicios corren y corren.
A estas alturas en algún rincón de Santiago se suceden conversaciones de auspicio.
Directores de televisión se han reunido con altos ejecutivos de sus canales y de grandes empresas para estudiar un programa reality nunca antes -siquiera- imaginado. Es de bajo costo, todo ha sido instalado. El gobierno "ha corrido" con los gastos, como el mejor de los Fondart.
Ellos, como animalitos sedientos tras una mano que les muestra un poquito de agua, las hacen de protagonistas. Tras 17 días de incertidumbre, oscuridad, temores y despedidas de la vida en vida, ahora hasta se han vuelto vanidosos.
Se han enterado que hasta famosos futbolistas de España les envían mensajes. Es esta experiencia quizá, las más significativa de sus vidas: por el temor vivido, y por la fama.
El uso de la TV y los medios de comunicación han hecho de sus vidas un contenido, un elemento de venta: ¿será más caro el espacio publicitario asociado a noticias o muestras morbosas e inescrupulosas de los 33 mineros? Ellos que no se enterarán de esto nunca, se prestan para el show. Al igual que sus familias.
Otra vez juegan con la ignorancia de la gente. La TV y los diarios manejan a su antojo el producto que se esmeran en lograr sus buenos directores y editores: una cultura de la aspiración. Todos aspiran a salir en TV, a compartir la escena con Sergio Lagos, La Sole Onetto, el gordo Bustamante, la rica Pampita, o "el Benja".
Todos quieren sacar partido, el Presidente y sus ministros ven en esta ocasión un buen negocio electoral, la TV de generar más audiencia y vender espacios publicitarios más caros, otros quieren aparecer como sea, aparecer como buenos y solidarios... los mineros y su situación son al fin un buen gancho comercial.
Los auspicios corren y corren, la publicidad no se queda corta.
No.
No se queda corta, y los auspicios corren y corren.
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