Caca

Espera.

¿Qué?

Esperamos.

¿Qué?

Esperamos que la suerte sea un manto sagrado, quizá esa sábana extraviada en un momento desgraciado.

Momento bien desgraciado. Desgraciado para todos y no sólo para algunos, se dicen entre medio de la polvareda que cubre sus cabezas y las de sus hijos.
Se protegen en la oscuridad, y también cuando sale el sol en la claridad de las ausencias o en la oscuridad de las presencias. Se encubren en la oscuridad y en la claridad.

Por mientras, cual centinela, las cámaras y los micrófonos les siguen para mostrar su desgracia, para abusar de sus circunstancias, para crucificarles como Jesucristo, para vomitarles en la cara, para recordarles que existe el pánico y el miedo, para abusar de su ignorancia y usarlos como objetos de crítica. Les tildan, en la carretera de letras rodantes que ponen en la parte inferior de la pantalla, de saqueadores, delincuentes y ladrones en un ejercicio de juicio público sin reflexión, con total descuido, descaro y una carencia absoluta de contexto, historia, experiencia y análisis. Lo suyo es el rating, y si han de estar dispuestos a cambiar la programación diaria, que desborda sin escrúpulos un contenido que está a punto de explotar con la dinamita que se acumula en la sangre de las noticias, en el erotismo burdo y llevado al límite de lo público de los programas juveniles, será en pro de un contenido que garantice que las personas no se quieran mover del televisor, tal cual lo mostrara Alejandro Amenábar en el final de "Tesis".



Del otro lado ellos, que sufren de hambre, también sufren de ambición y de ganas de ser/tener lo que el actor con cara bonita, y el animador con onda, promocionan en los comerciales que muestran entre medio de las teleseries, quieren sus zapatillas, sus poleras, sus marcas, sus televisores plasma, ver el mundial en alta definición, y toda la tecnología del mundo. Lo quieren a toda costa, aunque signifique salir en televisión y ser la ovejita que con estupidez alimenta las estigmatizaciones que la TV desea poner en la conversación social. Son personas ignorantes, incultas, sin libros, quizá muchos no saben leer, quizá muchos fueron al colegio y como otros muchos no aprendieron ni las 4 operaciones aritméticas básicas, otros aprendieron a leer aunque no a comprender aquello que leen. ¿Cómo piden que entiendan algo? Su carencia no les justifica. El hambre no les justifica. La incertidumbre y el miedo tampoco les justifica. La cultura les ha pegado. La educación (y el puto ministerio) debería ser la enjuiciada. La cultura y quienes tienen su producción -y reproducción- al alcance de lo botones.

Ellos, en última lectura LOS POBRES, son los delincuentes, saqueadores, los ladrones, los que se aprovechan, una evidencia (de muchas otras) del hueon vivo, el polvo que la escoba no alcanza a barrer, son personas y no lo son. Son la carencia hecha carne. Son pobres. No tienen la culpa, pero son culpables.

La educación. Esperan educación.

Ellos (otros), en la vereda de enfrente, que leen a Isabel Allende y probablemente leyeron en inglés el último libro de Paul Auster, juegan con el anonimato a su favor y con permiso de todos, son los campeones de la optimización de recursos a costa de la vida de muchos. Son los saqueadores que saben cobijarse entre las líneas que unen los artículos de las leyes que intentan regular la vida en sociedad. Son los ladrones que alcanzan a ser anónimos en el micrófono de la señorita de pelo rubio que debió dejar el show para cubrir los pormenores del único y verdadero reality show. Nadie les menciona. O si lo hacen procuran no mostrarles en cámara, en su lugar y en honor a las espeluznantes escenas que Saramago dibuja en el "Ensayo sobre la Ceguera" el reportero, con acento español forzado, le pregunta al tipo que ha resultado como producto social de Chile (y sus 20 años de democracia) si pretende comer con el LCD que lleva al hombro.

Ellos no saquean ni roban, sí son cómplices de robos descarados, escribiendo en revistas, periódicos, y poniendo los temas en radio y TV.

Somos todos el resultado de una sociedad que valora, en distintos niveles, y con distintas consecuencias el saqueo o su complicidad.

Asi que mejor, ándate a la chucha ahueonao!

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