En busca del tiempo perdido 2 | A la sombra de las muchachas en flor

"...ni siquiera nuestras virtudes son cosa libre y flotante, cuya permanente disponibilidad conservamos siempre, sino que acababan por asociarse tan estrechamente en nuestro ánimo con las acciones que nos imponen el deber de ejercitar las dichas virtudes, que si surge para nosotros una actividad de distinto orden nos encuentra desprevenidos y sin que se nos ocurra siquiera que esta actividad podría traer consigo el ejercicio de esas mismas virtudes."
Pág. 13

"... conviene observar que el carácter que mostramos en la segunda mitad de nuestra vida no es siempre, aunque muchas veces así ocurra, nuestro carácter primero, desarrollado o marchito, atenuado o abultado, sino que muchas veces es un carácter inverso, un verdadero traje vuelto al revés."
Pág. 15

"lo que acerca a las gentes no es la comunidad de opiniones, sino la consanguinidad del espíritu."
Pág. 17

"Mi felicidad por no tener que separarme de Gilberta infundíame el deseo, pero no la capacidad, de escribir alguna cosa buena que pudiera enseñar al señor de Norpois. Al cabo de unas páginas preliminares se me caía la pluma de la mano, de aburrimiento, y lloraba de rabia al pensar que nunca tendría talento, que carecía de aptitudes y no podría aprovecharme siquiera de esa oportunidad de no salir de París que me iba a proporcionar la próxima visita del señor de Norpois."
Pág. 23

"Y en consecuencia perdió toda su fuerza aquella máxima optimista que hasta entonces guiara a Odette en la vida, la de: "A un hombre que nos quiere se le puede hacer cualquier cosa, porque todos son tontos;""
Pág. 59

"Pero ahora, lo mismo que un autor se asusta al ver que sus propias fantasías, que no consideraba de gran valor porque no las separaba de sí mismo, obligan a un editor a escoger un determinado papel, unos caracteres de imprenta acaso más hermosos de lo que la obra se merece, me preguntaba yo si mis deseos de escribir eran realmente tan importantes que valían la pena de que mi padre derrochara con ellos tanta bondad."
Pág. 78

"Nuestros anhelos van enredándose unos con otros, y en esta confusión de la vida es muy raro que una felicidad venga a posarse justamente encima del deseo que la llamaba"
Pág. 87

"Ella escondió la carta detrás del cuerpo, y yo le eché las dos manos por el cuello, alzando las trenzas, que aun llevaba colgando, bien porque estuviera todavía en edad de eso, bien porque su madre quisiera hacerla pasar por más niña, con objeto de rejuvenecerse en ella; nos agarramos. Yo hice por traerla hacia mí; ella se resistía y se le pusieron los carrillos encendidos por el esfuerzo, rojos y redondos cual cerezas; se reía como si le hiciese cosquillas; yo la tenía bien enlazada con mis piernas, lo mismo que un arbusto al que se quiere trepar; y en medio de aquella gimnasia que yo hacía, sin que se acelerara apenas la sofocación que me causaba el ejercicio muscular y el ardor del juego, se escapó mi placer como unas cuantas gotas de sudor arrancadas por el esfuerzo, y sin que me quedase siquiera tiempo de saborearlo; en seguida cogí la carta. Entonces Gilberta me dijo bondadosamente:
- Bueno; si usted quiere, podemos pelear aún otro poco."
Pág. 93

"Debíase esta diferencia de estilo a que "lo Bergotte" era ante todo un cierto elemento precioso y real, escondido en el corazón de las cosas, y de donde le extraía aquel gran escritor gracias a su genio;"
Pág. 167

"Y es porque siempre tomamos nuestra resoluciones definitivas basándonos en un estado de ánimo que no habrá de ser duradero."
Pág. 203

"Porque la felicidad es en amor un estado anormal, en el cual cualquier accidente, por aparentemente sencillo que sea, y que puede ocurrir en todo momento, cobra una gravedad que no implicaría por sí solo dicho accidente. Lo que constituye nuestra felicidad es la presencia en el corazón de una cosa inestable que nos arreglamos de modo que se mantenga perpetuamente, y que casi no notamos mientras no hay algo que la desplace. En realidad, en el amor hay un padecer permanente, que la alegría neutraliza, aplaza y da virtualidad, pero que en cualquier instante puede convertirse en aquello que hubiese sido desde el primer momento de no haberle dado todo lo que pedía, es decir, en pena atroz."
Págs. 207 - 208

"El fenómeno de la dicha, o no se produce o da lugar a amarguísimas reacciones."
Pág. 263

"Y como la costumbre lo debilita todo, precisamente lo que mejor nos recuerda a un ser es lo que teníamos olvidado (justamente porque era cosa insignificante y no le quitamos ninguna fuerza)"
Pág. 286

"Por ves primera tuve la sensación de que mi madre podía vivir sin mí, consagrada a otra cosa, con otra vida distinta. Iba a estarse con mi padre, cuya existencia quizá consideraba mamá un poco complicada y entristecida por mi mal estado de salud y por mis nervios. Y aún me desesperaba más la separación porque pensaba yo que probablemente sería para mi madre el término de las sucesivas decepciones que yo le había ocasionado, y que ella supo callarse, decepciones que la hicieron comprender la imposibilidad de pasar el verano juntos; y quizá fuese también esa separación el primer ensayo de una existencia a la que empezaba ya a resignarse mi madre para lo por venir, según fueran llegando para papá y para ella los años de una vida en que yo había de verla mucho menos, vida en la que mamá sería para mí, cosa que ni aun en mis pesadillas se me había ocurrido, una persona un poco extraña, esa señora que entra sola en una casa donde yo no vivo y pregunta al portero si no ha habido carta mía."
Págs. 292 - 293

"Nuestra atención es la que pone los objetos en un cuarto; el hábito es el que los quita y nos hace sitio."
Pág. 316

"Y no es que nuestro corazón no caiga él también, una vez que la separación se ha consumado, bajo los analgésicos efectos del hábito."
Pág. 321

"Pero la característica de esa edad ridícula por que yo pasaba -edad nada ingrata, sino muy fecunda- es que no se consulta a la inteligencia y que los mínimos atributos de los humanos nos parece que forman parte indivisible de su personalidad. La tranquilidad es cosa desconocida, porque está uno siempre rodeado de monstruos y dioses. Y casi todos los ademanes que entonces hacemos querríamos suprimirlos más adelante.  Cuando, al contrario, lo que debía lamentarse es no tener ya aquella espontaneidad que nos los inspiraba. Más tarde se ven las cosas de un modo más práctico, más en conformidad con las demás gentes, pero la adolescencia es la única época en que se aprende algo."
Pág.  401

"...esta separación me duele con tanta fuerza en el alma como si me doliera en el cuerpo."
Pág. 443

"Yo me vi arrebatado por un delicioso espanto de tal índole que unos años más tarde no podría sentirlo ya así, porque la capacidad para ese género género de emociones disminuye con la edad..."
Pág. 528

"Los datos reales de la vida no tienen valor para el artista, son únicamente una ocasión para poner su genio de manifiesto."
Pág. 559

"... porque no se puede estar seguro de haber llegado a la sabiduría, en la medida de lo posible, sin pasar por todas las encarnaciones ridículas u odiosas que la preceden. (...) La sabiduría no se transmite, es menester que la descubra uno mismo después de un recorrido que nadie puede hacer en nuestro lugar, y que no nos puede evitar nadie porque la sabiduría es una manera de ver las cosas."
Pág. 575

"No son más que una masa de materias dúctiles, trabajada a cada momento por la impresión pasajera que las domina."
Pág. 627

"Y así, nuestra entonación de voz contiene nuestra filosofía de la vida, aquello que la persona se dice de las cosas a cada instante."
Págs. 631 - 632


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