El padre infiel - Antonio Scurati

 "Decididamente, nuestro error, desde el principio, había sido querer ser felices. Por el contrario, las generaciones que nos habían precedido nunca habían sometido el matrimonio a esa clase de hipoteca. La felicidad a cualquier precio nos había desbaratado."

Pág. 143

"Los años pasan, ya se sabe. Pasan rápidamente, y también esto se sabe. Así que decidme, por favor, algo que no sepamos ya. Lo necesito desesperadamente porque, cuando mi hija aún no había cumplido los dos años de edad, volvía a levar la vida que llevaba de joven.

No durante el día, claro, eso no. Durante el día, me sometía. Sí, este es el verbo apropiado. Durante el día despachaba un montón de asuntos, resolvía gran cantidad de tareas -profesionales. paternales, maternales-, pero, hiciera lo que hiciera me sometía. Obedecía a la ley, me adecuaba conscientemente a una obligación, había recibido una orden de la vida y cumplía con ella. Sin embargo, en todas las tareas diurnas me ajustaba a la voluntad de un tercero. Que el tercero fuera yo mismo no suponía ninguna diferencia. Yo vivía en apnea, conteniendo la respiración, a la espera de santificar la fiesta.

Pero por la noche, por la noche no. La noche despertaba en mí todos los caprichos que había tenido de joven. Por la noche me convertía de nuevo en un cazador negro."

Pág. 151

"Sin embargo, la cuestión importante es esta: ¿Por qué cada vez que he deseado a otra mujer u otra vida he sentido que traicionaba, no a mi esposa, sino a mi hija? ¿Por qué cada conjetura de infidelidad ha chocado siempre contra el padre y nunca contra el marido? ¿Por qué la culpa que he sufrido y por la que me he embriagado en esas cacerías no ha sido nunca la inmoralidad de un marido desleal, sino, siempre, la incivilidad de una padre renegado?

Recuerdo que en ciertas noches de vagabundeo bastaba que imaginara, solo por un momento, a Anita acurrucada en su cuna, para que mis piernas automáticamente apresuraran el paso hacia casa. Frente a ella, no frente a mi mujer, me colocaba bien la chaqueta y me arreglaba el pelo. Esto, y no otra cosa, es lo que debo confesar. Hay algo torcido en un hombre cuando el ejército completo de sus debilidades tiene que pasar revista ante los ojos ignaros de una niña."

Pág. 154 - 155

"Nosotros, los padres, imploramos al futuro, a su benevolencia, porque en sus cavidades hemos escondido las pequeñas miserias de nuestro presente."

Pág. 227




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Mirando para retratar by Juan José Lizama Ovalle is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Chile License.