Turista

Nada más maravilloso que andar de turista.

Pasajero en tránsito. Se maravillaba con la forma de las casas. Casas antiguas de techos altos, muy altos. Será que el tiempo hizo que las personas del lugar, no sintieran los techos altos como un desafío, debían achatarlos más... él lo pensaba y decía (a la misma vez), a propósito de su casa y las colindantes a ella.

Estaba feliz, por tener el privilegio de vivir como turista aquel día. Se sorprendía y deslumbraba con las callejuelas, despobladas de autos. Callejuelas de barrio antiguo, resquebrajadas y trizadas. Todo tenía un color de recuerdo y fascinación para él.

Caminó y caminó. Tocaba las murallas como un niño. Tenía muchas preguntas. Tan cerca y tan lejos a la vez. Una persona en la puerta contemplaba la calle con serenidad y paz. Serenidad y paz que en el mundo que vivía a diario hacían tanta falta... pensaba él.

De turista los parques siempre tienen un nombre, y más aún éstos no se olvidan.

Recorrió los parques. Una vez más, y se prometió no olvidar sus nombres. Se sorprendió con lo cotidiano. Ver caminar a la gente, los negocios y sus dueños.

La ciudad, tenía ya otro aroma.

Turista, o pasajero en tránsito -como le gustaba decir a él.

Por la noche volvió a casa. A su casa. Saludó a su madre y hermanos, conversaron. Cada uno, como de costumbre, contó cómo había sido su día.

Apagó la luz, y se durmió.