El título de este cuento a él no le importa. Tampoco le importan las opiniones, que tienen una esencia a sugerencia y un cuerpo de obediencia, que sus cercanos le han estado enrostrando las últimas semanas. Ellos se cansan, y él tiene un sueño y un afán.
Él no va a claudicar. Eso está claro.
La última noche él no le ha dicho a su suegro que es necesario tener paciencia, sólo dejó que le tratara de cesante. Aunque él tiene trabajo. No quiso "hacerle la aclaración" respectiva, pues no le importa que los otros lo tengan claro. Cierra sus filas en torno a su comprensión y convicción. Y ajusta el punto -sin réplica- a la ignorancia y aversión al riesgo de los que por años, no se han atrevido a vivir en una cuerda floja por un rato.
Él no va a claudicar, aunque tiene miedo y se queja de vez en cuando. Por ahora sueña y tiene muchas ganas de aprender a escribir cuentos. Que el resto, aprenda a esperar.
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