Fieles

- Nos vemos a las 13.30 entonces.
- Sí, a las 13.30 en punto te espero en la esquina donde hay una Copec.
- Ok. Suerte y te mando un besito juguetón.
- Gracias, no vemos.

Julián cortó el teléfono, mientras Emilia procedía a subirse los pantalones para luego lavarse sus manos y volver a su puesto de trabajo. Ella es la subgerente de la compañía, y él es el junior del Gerente, que a su vez es el marido de Emilia.

Emilia era feliz en su matrimonio, aunque su marido cada vez tenía menos ganas de hacer el amor con ella. Durante el presente año tenían un promedio récord de una vez al mes. Para Emilia la explicación lógica era que su marido estaba muy viejo, pues "con 60 años no se la puede para más". Ella con 45 años en el cuerpo sentía que todavía podía optar a una segunda juventud.

Julián era casado y era hombre. Tenía 28 años. Por ahora no tiene importancia dar más contexto sobre la vida de Julián, salvo que la semana pasada fue acosado por Emilia en el baño de "la pega".

A las 13.30 en punto Julián se estaba subiendo al auto de Emilia en la Copec acordada.

- ¿compraste los condones?
- Sí jefa, mire aquí los tengo -y le enseñó un paquete que decía Lifestyle.

Salieron del motel a las 14.30 en punto, cada uno con una sonrisa, una promesa y un secreto. Una promesa de volver a repetir la escena al día siguiente.

Emilia le había dicho a su marido que tenía un almuerzo con una prima y que probablemente podía tardar hasta las 15.00 horas. De todas maneras ella, que estaba muy enamorada, sintió un sentimiento de culpa, que justificó como normal para ser la primera vez que hacía algo así, por lo que no quiso tomarse el tiempo de placer hasta las 15.00 y llegó a las 14.40 con una flor en la mano para su marido. 

En el trayecto del ascensor, en una suerte de autoconfirmación espontánea y temerosa, logró tranquilizarse y convencerse que lo suyo era una carencia sexual, y que en ningún caso ponía en riesgo los sentimientos hacia su marido, con quien llevaba 20 años de matrimonio. Para dar prueba de ello es que compró una rosa, para sorprenderlo con una poesía de Bécquer para declararle su inmenso amor.

Emilia iba algo nerviosa por el pasillo. Julián era alguien que en ese momento no existía. Abrió la puerta de la oficina de gerencia, entró, miró y dijo:

- .... .... Conchetumadre, cómo puedes cagarme en tu misma oficina con esta secretaria de mierda, infeliz hijo de puta!

Y Emilia no aguantó más la escena, y salió corriendo y llorando por el pasillo. Su marido... acaba de sufrir un infarto. Y la secretaria... la secretaria... la secretaria era la señora de Julián, que aún no se daba por enterado. 

1 comentario:

Conti dijo...

me había gustado el cuento anterior, el viaje, te iba a comentar eso.

pero ahora usas los nombres en este.

ya que definitivamente yo decido que sean historias distintas.

los nombres de los personajes en las historias no hacen más que recordarte las miles de emilias y julianes que uno conoce en la vida y que hacen recordar alguna cosa.

en este caso, sólo a arjona.
y sus historias de taxi
jajajaja

saludos noctámbulos e inmaduros que sólo quieren hacer algo distinto de estudiar.

y claro, contarte que he vuelto a escribir.

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Mirando para retratar by Juan José Lizama Ovalle is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Chile License.