Quedamos en que ellos están a punto de mirarse, aunque no lo harán todavía, por que Emilia no quiere mirarle directamente.
Hace 2 años que Julián había terminado con su última novia... Emilia. Emilia era el nombre de la novia de entonces, una chica de pelo castaño, autoproclamada amante de Isamel Serrano. Aunque a Julián no le gusta que lo digan, le cogió el gusto a Serrano cuando hizo el amor por primera vez con Emilia en una llovida noche, a la luz de una vela, sobre una alfombra escuchando el Principio de Incertidumbre.
Entonces cuando van saliendo de la estación Irarrazaval, y se van encontrando lentamente con la luz de la tarde (el metro en Santiago sale del túnel y va por arriba de la ciudad), Julián decide probar suerte. El día en que cortó con Emilia estaba enamorado, y al mirarlo por el espejo que el vidrio de la puerta es, cualquiera advertiría que aún lo estaba. Tomó entonces su teléfono móvil y escribió un mensaje a Emilia. A la Emilia de dos años antes. Al número de dos años antes. "Te estoy mirando ahora y quiero decirte que el pelo rojo te queda excelente. Te ves preciosa.".
Mientras ella le miraba de reojo, sintió vibrar su teléfono. Dudó un instante, y como alguien que ha jugado póker por más de 50 años, no lo sacó del bolsillo de su pantalón. Julián no sabe que ella lo mira. Emilia sabe que Julián le ha enviado un mensaje, y aunque está ansiosa de leerlo, no lo leerá todavía.
Y pasaron las estaciones en medio de la incertidumbre de Julián, y las ansias de Emilia. Cuando hubieron llegado a la estación Pedreros él ya estaba resignado con la táctica ejecutada del mensaje de texto, y sólo pensaba en que antes de rendirse ellos estaban enamorados y eran eternos. Tenía que hablarle...
- ¿Cómo estás? cuanto tiempo, ¿te acuerdas de mi?
Y una sonrisa tímida de Emilia respondió:
-perdona, pero creo que te has equivocado.
-disculpa. Es que me recuerdas tanto a una mujer que conocí hace ya algunos años.
...
......
- todo bien, no hay problema. Ahora tengo que bajarme, que te vaya bien!
- gracias!
Julián quedó triste. Más triste porque se daba cuenta con ese hecho que aún estaba enamorado de Emilia. Y Emilia, ya no existía en su vida.
Como todos los días, y también como ninguno, hizo cambio de línea en Vicente Valdés. Y estaba esperando a que abrieran las puertas del vagón para bajarse en su estación: Trinidad.
Decidió caminar a su casa, que estaba a unas cinco cuadras desde la estación. Tarde fresca y clara de primavera para no creer en los santos, y si en lo injusto de cruzar las vidas sin tener derecho. Tarde para caminar en paz... y el teléfono vibró en su bolsillo. No era una llamada y sí un mensaje de texto...
... un mensaje que le dirá algo que no contaremos, porque Emilia y Julián pueden volver a encontrarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario