Iba en un taxi rumbo a su casa. Acostumbra a tomar uno cuando se ha hecho muy tarde, ya de noche. Aunque son sólo 7 cuadras.
Dio las instrucciones con exactitud y prontitud al taxista. Mientras él miraba el paisaje de noche, viejas casas, rejas y latones desgastados. A una vuelta un contraste y varias casas grandes, lindas y más. Casas de ésas que te dan ganas de tener durante el rato en que las estás mirando.
- me deja ahí, en el primer pasaje a mano izquierda por favor -le dijo apuntando con el dedo de su mano derecha.
- claro, como usted guste señor.
Se levantó un poco de su asiento, para sacar su billetera del bolsillo trasero del pantalón. Y una sorpresa de esas que no gustan se llevó al advertir que solo tocaba su "poto", plano como una tabla -eso le decía su mamá cuando le veía salir de la ducha hace algunos años.
- ¿y dónde chucha dejé mi billetera? ¿no me la habrán robado estos hueones en el metro?. Flaites culiaos! (pensó en su interior)
Entonces se acordó que precisamente por los flaites culiaos, es que guardó la billetera en el interior de su mochila, en el fondo más fondo.
El taxi ya se había detenido, y el taxista le había anunciado gentilmente una deuda de $1.000 pesos. Con la billetera en sus manos, ya más tranquilo, pensaba en qué hubiera hecho sin el dinero. Lo pensaba porque no se lo decía al taxista.
Abrió la billetera y busco. Busco y siguió buscando. Para que reproducir lo que pensaba Gonzalo, y para que dejarle en ridículo describiendo su estado de total sudor por todas partes, incluyendo por cierto, su entrepiernas que hacía aguas.
- Si seré hueonazo. Terrible pollo hueón, la cagué!!!!. (Lo pensaba porque no quería "urgir" al taxista)
- ¿Le prendo la luz mijito!?
Con tono de "te veo medio caga'o hueón, pero tómate tu tiempo y ten calma", le hizo aquella pregunta Rómulo el taxista. ¿O bien digamos que se llama Pedro?. No dejemos los nombres bíblicos para los domingos a las 12, así que llamémosle Rómulo no más.
- por favoooor. Gracias!
Y busca que te busca. Por mientras y para disimular Rómulo tarareaba un "regeton" popular que su hijo de 5 años no paraba de cantar los últimos días "dame un poquito de eso, pa' que se acelere el proceso..."
- Uf! disculpe pero sabe que no tengo el dinero que pensaba que aquí tenía. Pa' peor en mi casa a esta hora no hay nadie. Le pido mil disculpas, pero qué puedo hacer.
Siempre que contaba esta historia, y en particular en esta parte del diálogo, sus amigos y/o familiares le decían "es que erís super ahueonao, ¿cómo chucha no cachaste que no te quedaba plata hueón?", "erís terrible pollo hueón, la cagaste. Yo te echo cagando a patás del taxi". Cuando uno no la vive siempre es más fácil, y el protagonista es más hueón también.
Lo cierto es que la situación traía nuevas sorpresas.
- ¿Y cómo no va a tener plata mijito?
- Puchas disculpe señor, de verdad yo juraba que tenía el dinero acá en mi billetera. Pero mire, aqui vivo yo, ¿puede pasar por acá en 2 horas más?
- Es que yo trabajo media hora más no más po mijito!
- ...
- ¿Sabes?, no te preocupes mejor. Hagamos como que nunca tomaste este taxi, y anda tranquilo.
- ¿De verdad?
- Si. Bájate luego eso si, para no perder más tiempo. Y no le cuentes a nadie.
- Gracias señor, se pasó.
Gonzalo se bajó. Y Rómulo se fue.
"hueón raju'o, la cagaste", " teni suerte que todavía quedan personas criteriosas, conscientes y bondadosas en Chile hueón", "seguramente el taxista no era propietario del taxi, al hueón claramente no le interesaba perder esa luca. Es un sinvergüenza sin lugar a dudas" y más, más, más especulaciones típicas del Santiaguino desconfiado y chaquetero.
Gonzalo no sabía que el taxista había perdido a su hijo la semana anterior, y menos que éste se parecía mucho a él.
Rómulo murió en la esquina siguiente de un infarto. Gonzalo no pudo ir en su ayuda ya que estaba en el interior de su casa, meando.
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