Aprendimos en las salas de clase de las normas de una sola manera: anotación negativa por aquello que no se debe hacer. Tres de estas anotaciones significaban llamado de tus padres a conversar con el profesor sobre tu conducta. Mala conducta. Lo terrible que era llegar a decirle a tus papás que los citaban a las 8.30 al día siguiente para conversar con el profesor porque tenías tres anotaciones negativas. El reto era penca, aunque te habías preparado todo el día para él.
Que proceso más culiao. Uno era culpable. Tenía que sentirse culpable. Más encima uno mismo tenía que comunicarle a los padres la noticia, o bueno hay otras maneras como mostrar la libreta de comunicaciones, pero es lo mismo.
Así aprendí a:
- Que no es bueno pegarle muy fuerte una paipa a un compañero.
- Que cuando el profesor dice silencio, uno debe efectivamente quedarse callado.
- Que tratar de aprender del conocimiento de tu compañero en una prueba es indebido.
- Que si no te dan permiso para ir al baño, aunque te mees o cagues, no puedes salir de la sala.
En fin.
A pesar de ello, uno vivió siempre recibiendo anotaciones por las mismas huevás, ¿por qué? porque no nos resistimos a la posibilidad de transgredir las normas.
Lo curioso es que uno lo hace sin propósitos muy sofisticados, es más, no existen propósitos para hacerlo, la cuestión es transgredir la norma. Quizá en el caso de copiar en una prueba hay más propósitos: usar el tiempo de estudio en cosas más entretenidas.
La conversación sobre las normas, las reglas, las leyes la tengo desde hace unos días a propósito de lo acontecido con las elecciones del nuevo presidente de la ANFP. Si bien creo que dicho proceso eleccionario no tiene ninguna trascendencia e importancia real en nuestras vidas, como resultado, pienso que los temas que descubre sin ningún pudor de sus actores son una gran evidencia de que las normas existen para transgredirlas.
Transgredir las normas puede aparecer como algo razonablemente malo (sobretodo para los Católicos y/o religiosos). Para el que tiene el deseo de hacerlo, claramente no lo es. Pienso que hacerlo es solamente un hecho, como cualquiera, y que la diferencia con un hecho ordinario suscrito al marco legal está en que tiene ciertas consecuencias según la norma que se transgreda. Así pienso que cuando uno transgrede la norma a conciencia de las consecuencias que puede tener hacerlo, como castigo posterior y como hechos secundarios, y se arriesga a acatar lo que la transgresión sugiere, no obra mal.
El caso de la ANFP tiene varios puntos interesantes a observar:
1) Si todos se ponen de acuerdo, es posible transgredir una norma sin que ello implique acatar castigo posterior alguno, a pesar de estar establecido. La pregunta es, ¿por qué existe dicha norma si nadie la respeta?
2) Un tipo transgrede dicha norma, y a pesar de las evidencias, trata como sea de parecer que no lo hace. Se esfuerza en ello. Justifica además su actuar y sus evidencias en que muchos deberían estar descalificados de sus puestos de presidentes porque no cumplen con la norma. O sea reconoce que tal norma existe, y reconoce que otros la transgreden, pero para que no se vea así, prefiere decir que "si ellos lo hacen, porque yo no". ¿Dónde está la culpa?
3) Algunos proponen derogar la norma, para que el nuevo presidente electo, pueda asumir sin inconvenientes. Pragmatismo puro. ¿Qué habrán aprendido del papá los hijos de esas personas?
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