"Desesperación" - Vladimir Nabokov

"A veces me preguntaba a mí mismo ¿por qué la amo? Tal vez por el cálido iris avellana de sus plumosos ojos, o por el ondulado natural de su cabello castaño, o tal vez debido a cierto ademán especial de sus redondeados hombros. pero probablemente la verdad fuese que la amaba porque ella me amaba a mí."
Pág. 35

"... dos personas que se parecen mutuamente no ofrecen ningún interés por separado, pero provocan toda una conmoción cuando se presentan simultáneamente."
Pág. 85

"Hablemos ahora del crimen, del crimen entendido como arte; y de los trucos que el prestidigitador hace con los naipes. En este momento me siento muy excitado. ¡Oh, Conan Doyle! ¡Cuán maravillosamente habrías podido coronar tu creación el día en que tus dos protagonistas empezaron a aburrirte! ¡Qué barbaridad, qué tema te perdiste! Pues habrías podido escribir una última historia que pusiera fin a la epopeya de Sherlock Holmes; un último episodio que equilibrara todos los anteriores: el asesino de ese cuento no tendría que haber sido ese contable cojo, ni tampoco Ching el chino ni la mujer de rojo, sino el mismísimo cronista de esas historias criminales: el doctor Watson en persona; Watson, que, por así decirlo, sabía qué era Whatson. Una tremenda sorpresa para el lector."
Pág. 124

"Recuerdo varias cosas: la leve humareda que al principio permaneció flotando en el aire y luego formó un pliegue transparente y se esfumó por completo; la forma en que Felix cayó; porque no cayó de golpe; primero concluyó un movimiento vinculado aún a la vida, que fue un giro casi completo; intentó, me parece, balancearse en broma, como si actuara frente a un espejo; de manera que, poniendo fin de forma inerte a esa en absoluto graciosa bromita, quedó vuelto (ya atravesado) hacia mí, abrió lentamente las manos como si me preguntara:<< ¿Qué significa esto...?>>, y, al no obtener respuesta, se desplomó de espaldas, lentamente. Sí, recuerdo todo eso; recuerdo, además, el sonido suave que hizo en la nieve cuando empezó a quedarse tieso y estremecerse, como si la nueva ropa que llevaba le resultara incómoda; pronto quedó del todo quieto, y luego se hizo sentir la rotación de la tierra, y fue únicamente su sombrero el que, silenciosamente, se movió, separándose de su coronilla y cayendo atrás, boquiabierto, como si le dijera adiós a su propietario (o también, a modo de recordatorio de esa rancia frase que dice <>). Sí, recuerdo todo eso, pero hay una cosa que la memoria echa de menos: el ruido de mi disparo. Es cierto, en mis oídos quedó un canturreo permanente. Se me aferró, se me metió dentro, tembló en mis labios. A través de ese vuelo de sonido al cuerpo tendido y, ávidamente, lo miré."
Pág. 170


No hay comentarios:

Lectores Salvajes Librería
 
Creative Commons License
Mirando para retratar by Juan José Lizama Ovalle is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Chile License.